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Más Abrazos // Miércoles 20 Mayo, 2020 // #embarazo, #cuidados, #salud
Es la condición que más frecuentemente se presenta en la gestación. La infección urinaria en el embarazo puede ser de diferentes grados de gravedad dependiendo del sector del aparato urinario que esté afectado, siendo el más grave cuando se afectan los riñones. El embarazo favorece la aparición de infecciones urinarias por los cambios hormonales que se presentan.
La mayor posibilidad de llegada de gérmenes desde otras partes del organismo al riñón debido al aumento de la circulación sanguínea general que se da en el embarazo.
Los síntomas varían desde ninguno en la bacteriuria asintomática (5 a 10% de las embarazadas), hasta fiebre y malestar generalizado con chuchos en la pielonefritis, es decir en la pelvis renal (1 a 2%), pasando por síntomas que se confunden con los propios del embarazo en la cistitis.
Se detecta mediante exámenes de orina que buscan los gérmenes que la provocan, y también en sangre en casos de infecciones graves.
El tratamiento es con antibióticos, muchos de los cuales no pueden ser administrados en el embarazo y por lo tanto no te deberías automedicar sino consultar a tu médico. Incluso en las infecciones severas es necesario internar a la embarazada para mejor control de ella y el feto.
Las complicaciones que pueden surgir en las infecciones graves son la sepsis (infección generalizada con fallas en múltiples órganos), la amenaza de parto pretérmino, el parto pretérmino, la alteración de la función de los riñones, etc. La infección severa, pielonefritis, tiene un 25% de chances de volver a aparecer una vez tratada.
Para prevenir las infecciones severas se hacen estudios de orina de las embarazadas para detectar infecciones sin síntomas y tratarlas con antibióticos antes de que se conviertan en una infección grave. Además, es útil mantener una dieta sana, evitar la constipación (que favorece la infección urinaria) tomar abundante líquido y concurrir a los controles de embarazo según te lo indica el equipo de salud.
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