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Más Abrazos // Jueves 3 Septiembre, 2020 // #maternidad, #bebe, #familia
Tu bebé acaba de llegar al mundo y tú prácticamente estás aprendiendo un nuevo idioma: jabón hipoalergénico, biberones esterilizados, pañales por etapas, fórmula, técnicas de lactancia, etc. Además tienes en mente un millón de preguntas: ¿es normal que llore tanto?, ¿cómo lavo su ropita?, ¿ese sarpullido es normal?, etc.
Y, por si fuera poco, sabemos que físicamente estás agotada después de dar luz, tienes insomnio, tu cuerpo aún está adolorido, tus hormonas todavía están regulándose… En pocas palabras: no estás cansada, ¡estás exhausta!
A veces, sobre todo cuando somos mamás por primera vez, sentimos mucha presión. Y es comprensible, después de todo queremos ser la mejor mamá del mundo. Pero si quieres hacerlo todo, lo más seguro es que termines sintiéndote frustrada. Y es que hay que decirlo como es: las súper mamás no existen.
Esa mamá que mantiene impecable su hogar tiene un recién nacido durmiendo plácidamente en su cuna y además encuentra tiempo para peinarse, maquillarse, bañarse y hacer la cena para su familia, solo existe en los cuentos de hadas.
La realidad se parece más a una casa en desorden, una mamá que no recuerda cuándo fue la última vez que tomó un baño y un pequeño que acaba de llegar al mundo, ¡y que parece necesitar cuidados 25 horas al día!
Sentir que no puedes con todo es inevitable, por eso te compartimos 3 consejos que pueden ayudarte:
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